miércoles, 5 de noviembre de 2008

ROJO

- ¡Me gustaría ser hueso, Raquel!

...soñaba la proteína dirigiéndose a su amada antes de despedirse de ella...

- ¡poder ser dura como una piedra, rígida, recta, y más fuerte que el hormigón armado, así mantendré todo el cuerpo en pie!

...se decía para sí con aires de grandeza.

- Pero bueno, ¿ya estás otra vez.... no te das cuenta de que nos dijeron que seremos uñas?

- Pero no seré un hueso nunca, ¿por qué? ¿Por qué estoy aquí, en la parte más baja del cuerpo sobre los dedos de estos mustios y asquerosos pies o de estas huesudas manos, apunto de convertirme en .... una triste uña? Sólo se que pasará el tiempo y apareceré, nadie me verá porque estaré cubierta por un estúpido calcetín o por los ennegrecidos guantes de este grotesco albañil. No podré hacer ningún trabajo del cual sentirme orgullosa, y presiento que sólo seré objeto de molestias cuando crezca y me clave en la carne, ¡hasta que me corten sin más¡ joooooooooooooo

decía entre sollozos.

- En el mejor de los casos sólo serviré para aquello que por deplorable y ridículo
incluso el último payaso rechazaría, ¿para que me metan en una asquerosa nariz o aniden bajo mí toda clase de bacterias....? ¡¿por qué?!

Ciertamente aquella proteína veía su vida como breve e inútil, además de ridícula, se preguntaba cómo era posible que el cuerpo humano hubiera reservado un espacio para ella, no tenía sentido.

Un buen día empezó a salir, y entonces vio el mundo. Un mundo que le ofrecía la posibilidad de ser aquello que tristemente había imaginado una vez pero, entonces miró al frente y entornó lo ojos. No formaba parte de las manos ni los pies de un fornido albañil, aunque sí de las manos de un noble pescador, un pescador que paciente las usaba para trabajas y dar fuerza a sus dedos, aquellos dedos de piel curtida y gruesa que pacientes repasaban y cosían la red, aquellos dedos que, trabajando al unísono agarraban con fuerza las sogas atando el ballestrinque de su pequeño navío. Esas, no eran unas manos inútiles, esta turbada proteína no sirvió para repiquetear aburrídamente el volante frente a un semáforo, ... miró de soslayo hacia el cielo y vio a su antigua compañera, aquella que se transformó en las garras del halcón, y que con un certero movimiento agarró el pez, entonces sintió que le hervía la sangre y pensó...

- ¡cielos, entonces es cierto que la naturaleza no se equivocaba!

Y entonces sonrió al tiempo que imaginaba..... imaginaba algo más. Cerró los ojos y pensaba en su amiga transformada en garra de aquel halcón, en otro compañero de viaje que se transformó en su pico y recordó también a aquel, aquel de toda la vida que terminó convirtiéndose en cabello para mantener el cuerpo caliente, pero... ella soñaba con algo más, le daba vergüeza decirlo porque creía que eran cosas reservadas a quienes tenían talento y..... pues ...... el caso es que cerró los ojos con fuerza y trató de imaginar una vez más...aquel universo que le había hecho sentirse reconocida como además un universo que le hiciera sentirse.... como una artista

- ¿qué es la vida sin arte? ¿acaso esperaremos a que nos corten sin más sin haber danzado el baile de nuestras vidas?

se decía para sí...

Entonces como por arte de magia sentía ..., sin ni siquiera haberlo pedido instrumento de las caricias que este humilde pescador ofrecía sobre la tez de su esposa y, lugar en el cual vio a su amada, allí se encontró entrelazada con Raquel, aquella noble uña gemela que pintada de color rojo ahogaba su ansias de arte y creatividad, su sueño en silencio, su ilusión, tras haber conocido la aspereza de las cuerdas y el tacto del salitre, ahora se veía como la guinda del pastel de su propia vida.

Entonces, sólo entonces, supo que valió la pena haber nacido para ser uña, y no hueso.

1 comentario:

Gloria dijo...

halaaaaa

qué precioso, hermano.

ya pronto el DOJ, eh? espero saber de ti. Besos